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Exit throught the gift shop – Banksy [2010]

21/10/2010 2 comentarios

Después de pasarme todo el viaje de vuelta a casa discutiendo sobre qué es y qué no es el arte, si es que es algo, busco información y leo que puede que todo sea un montaje de Banksy (o de cualquiera), que Mr Brainwash (MBW) puede no ser más que otro producto de los que él vende, y ¡me parece perfecto! De hecho,  lo digo porque cuadra con la tesis que he mantenido en toda esa conversación y verse confirmado por nuevos datos siempre anima a crear un post para celebrarlo.

No pienso adoctrinar a nadie y mis ideas tienen tan poca consistencia que no creo que resulten ofensivas. Hace poco me dijeron, si lo recuerdo bien, que hablaba con palabras de humo, y creo que tenían razón. Así que, en un ejercicio de irresponsabilidad, sigo escupiendo humo al decir que la obra de arte, tal como nos la presenta la película, no es tanto los cientos de cuadros que MBW ha ideado y cuyos empleados han realizado, sino que se trata de todo en general, todo lo que ocurre. No lo negaré, es legítimo pensar que eso es estúpido, pero en una época en que la reproductibilidad técnica está en su máximo esplendor y nadie está ni estará seguro de que sus palabras no son trozos de diálogos cinematográficos cuya autoría se ha olvidado,  lo más valioso no es lo que queda para la posteridad sino lo que ocurre,  sin más. Constantes actuaciones, reproducciones de textos e ideas, movimientos de danza construidos a partir del gesto que abre una puerta, se expanden en todas las direcciones abiertas por los sentidos de los demás. En pocas palabras, el arte es básicamente público. Y en eso, señoras y señores, MBW es un genio. Por todo lo que consigue estando algo más que «un poco loco» y teniendo la pasta para hacerlo.

De hecho, si aceptamos la teoría de que esto no es más que una vuelta de tuerca, lo único que hace es multiplicar por mil su valor, porque muestra claramente cómo todo está envuelto por un discurso que lo legitima o, mejor dicho, lo vende como the next big thing, perpetuando así las teorías sobre lo original cuando todo al fin y al cabo es lo mismo. Por mucho que pueda interpretarse que Banksy está criticando la mercantilización de una práctica querida por él y por sus compañeros, tanto la originalidad como la técnica ya no son valores a tener en cuenta.  Ahora lo que funciona es ir a lo grande en el ámbito social, de ahí los flash mobs y los trends. Y para un tío como yo, que cualquier «hola» supone un reto, estas concentraciones, junto con las expectativas, las teorías, las emociones, son un espectáculo humano digno de admirar. Más allá de si cumple los requisitos técnicos o si expone algo nuevo.
Quizá sea algo más sociológico que otra cosa, o quizá después de leer tanto a Adorno he empezado a encontrarle el mérito a la potencia propagandística de la industria, pero el caso es que todo eso me parecen obras de arte. No obstante, de la misma manera que las performances, los graffitis y demás, no creo que deba ser perpetuado, la gracia no está ahí, en la historia que pueden crear, sino en el presente que producen, incluyendo la crítica y a la resistencia que generan.

Exit through the gift shop –> Ficha IMDB

Más allá de lo pasional que pueda ser el post, echadle un ojo a algunas de las obras de Bansky.

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The Dreamers – Bernardo Bertolucci y Gilbert Adair [2003]

11/09/2010 1 comentario

«Un cineasta es como un mirón, un voyeur. Es como si la cámara fuera la cerradura del cuarto de tus padres. Los espías y te da asco, te sientes culpable, pero no puedes dejar de mirar. Convierte las películas en crímenes y los directores en criminales. Como si debiera ser ilegal.»

En este sentido The Dreamers parece estar formulado como una disculpa, pero ya es demasiado tarde pues el mundo de Théo e Isabelle es demasiado atractivo para salir de él, estamos completamente deslumbrados, no podemos mirar desde fuera. Aunque Matthew pretenda corregir lo abyecto de ese sueño no puede evitar enamorarse de él.

El famoso pasaje de La vida es sueño, las Meditaciones de Descartes o las paranoyas pseudocientíficas del cine actual (Matrix, Orígen,etc.) no consiguen más que rascar la superficie. No se trata de que exista un mundo construido a nuestro alrededor, a modo de cuatro biombos por paredes y un techo de plástico. La ilusión de todas esas construcciones es que no se necesita más que un instante de lucidez para destruirlo, como si fuera tan débil.
El universo que se percibe en ese pequeño piso de centro de París no se cae tan fácilmente, es el resultado de años de tejido e imbrincación de imágenes hasta que todo llega a la harmonía que Matthew encuentra en un mechero, hasta que todo se vuelve traducible. Lo pueril del hecho no debe despistarnos de lo que se esconde detrás, de lo que la película va presentando a medida que profundiza en los dos hermanos. No se trata de un simple juego, sino de la base de su percepción. Todo lo observado es filmado y proyectado, es recibido a través de la pantalla. Todos los sonidos son reproducidos. Todas las caricias son referencias, los gestos son imitaciones. Hasta la muerte es un homenaje.

El «sueño» de los dos hermanos tiene la misma estructura distributiva que la «realidad» de Matthew: una parte de amistad y diversión, amor incondicional y condicionado, una idea de cómo debería ser el mundo y una idea de cómo es en realidad. Aquí es donde yo interpreto la disculpa del cineasta, que sabe que su oficio se ha convertido en un eje rector del mundo moderno con las consecuencias más estrambóticas. De esta manera se nos presenta una versión de los conflictos del Mayo del 68 en París, desde detrás de la ventana, a la luz de una lámpara con la forma de Mao. Pero también desde el suelo, en la comodidad del apaleamiento policial.

La dramatización de la realidad es un camino sin vuelta atrás, la ya mercantilizada cultura popular se expande por doquier y conquista los sentidos de cada uno de nosotros, convirtiendonos en personajes secundarios, transformando las cosas en objetos y las conversaciones en slogans.
Conciente de todo esto, Bertolucci se esfuerza, en cada plano, por hacernos conocer a los personajes, a los actores, a la casa, con la cortesía de quien mira el título del libro antes de apoyarse sobre él, a sabiendas de que aunque no se pueda salir hay que intentarlo.

The Dreamers – IMDB

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Tres dies amb la família – Mar Coll [2009]

30/08/2010 1 comentario

La familia ha sido definida como el primer momento u órgano de socialización. En ella el niño aprende las limitaciones inherentes de la vida en sociedad, de la relación tú-yo. Por eso en la mayoría de régimenes totalitarios la familia hace la función de capilar de la vena ideológica.
No obstante, su función y presencia se han ido deteriorando durante las últimas décadas a causa del cuestionamiento del modelo tradicional de familia y, sobretodo, de los valores que la sostienen, a saber, el amor, la lealtad, la sinceridad, el respeto y la obediencia.

Tres dies amb la família es un claro ejemplo de como la familia se ha convertido en un órgano efímero y casi arbitrario que sirve de lugar de orígen y que, en clara reminiscencia a su época dorada, pretende hacer las funciones de censor y rector de la vida de todos los miembros. Evidentemente ésto sólo se puede decir en un contexto como el nuestro, que ha dinamitado sus fundamentos durante más de un siglo y que no le faltan razones para ello.
Pero, a pesar de que tenemos clara, en mayor o menor medida, la decadente situación que sufren los valores familiares, no por ello deja de ser el pilar de la construcción de nuestra propia imagen. En ella se reflejan nuestras decisiones pasadas, solidificandose precariamente en imagenes personales que se mantienen de navidad en navidad y que nos acosan aun meses después de haber cambiado de parecer.
La familia nos ofrece una imagen de todo aquello que gradualmente hemos dejado atrás y que tratamos de olvidar, desentierra nuestros recuerdos más amargos para que los degustemos de nuevo, esta vez en público. Y nosotros, como parte de ella, sometemos a juicio a todos los demás miembros de la misma manera que ellos lo hacen con nosotros.

Quizá por eso, además de ser el principal orígen de todas motivaciones, también es la raíz de la ironía, de la distancia que se torna en abismo entre el tú y el yo.
Quizá por eso no resulta más fácil ver la película de Mar Coll que volver a la cita ineludible.

Tres dies amb la família – FilmAffinity

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